Viajar al Tíbet es viajar el techo del mundo y tocarlo solo con mirar al Monte Everest, es perder la vista entre el azul intenso de sus cielos y es disfrutar de paisajes de verdes praderas donde pastan los yaks y de lagos turquesa, que casi parecen mares rodeados por los picos más altos del planeta.
Viajar al corazón de Asia, enclavado entre montañas, es también conocer templos sagrados y sumergirse en la tradición y las costumbres budistas; es mezclarse con su gente, mágica y especial. En definitiva, ¡viajar al Tíbet es hacer realidad el sueño de todo viajero! ¡Y muy cerquita de las nubes! Por eso, uno de los asesores expertos de PANGEA The Travel Store ha querido contarnos cinco motivos que harán que viajar a Tíbet empiece a encabezar tu wishlist viajera.

1. Paisajes de ensueño dominados por el Everest
Porque uno de los escenarios más espectaculares de la naturaleza es la grandiosa cordillera del Himalaya, un rascacielos de montañas y un verdadero paraíso terrenal. Montañas, bosques, praderas infinitas, tres lagos sagrados, entre los que sobresale el turquesa Lago Yamdrok y su gran protagonista y sueño de todo escalador: el Monte Everest. Pero, como bien sabes, una imagen vale más que mil palabras y nos lo hemos tomado al pie de la letra… ¿Te vienes a alucinar en primera persona?

2. Cultura y religión budistas
Simbolismo y profundo respeto son las dos palabras que mejor definen el budismo. Es precisamente aquí donde nació esta religión en su vertiente tibetana y es que, además de paisajes que dejan sin aire, la naturaleza espiritual también es un imprescindible en las tierras himalayas. Monasterios como el de Lhasa o Samye y una cultura de retiro y peregrinaje en un lugar de montaña tan remoto que hace de sí mismo un templo para el aislamiento personal… ¿Y tú, ya has reflexionado sobre tu próximo viaje a Tíbet?

3. Su gente, el mayor de sus tesoros
Uno de sus tesoros más preciados es, sin duda, el pueblo tibetano. Que ¿cómo se mide su valor? Siempre con su sonrisa, su generosidad y por el tamaño de su corazón que no les cabe en el pecho. Y es que a pesar de la humildad y lo poco que tienen, siempre querrán compartirlo contigo y ayudar con todo lo que esté en su mano… ¡Un auténtico regalo para cualquier viajero!

4. El Palacio de Potala, la residencia del Dalái Lama
¿Preparado para adentrarte en las montañas del Himalaya? ¿Y para estar a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar? Esperamos que sí, porque es ahí, en Lhasa, donde está el impresionante Palacio de Potala. Ese lugar que presume de haber sido la residencia del Dalai Lama durante más de 300 años y que está formado por dos palacios, el Palacio Rojo como epicentro y el Palacio Blanco que lo rodea. Una vez dentro, los colores se multiplican y los murales, pergaminos y demás decoraciones lo convierten en una auténtica explosión de color

5. El monte Kailash, la montaña sagrada
Si hay algo que rodea este lugar es la infinidad de curiosidades que giran en torno a uno de los lugares más venerados del mundo. Con más de 6.600 metros de altitud esta montaña tibetana, cuyo nombre sigue siendo un misterio, es un lugar sagrado para hinduistas y para budistas que peregrinan a este lugar para rodearlo. Sí, rodearlo, porque… ¿sabías que es el único monte importante que no se puede escalar por respeto a las creencias religiosas?
Sea como sea, y a pesar de ser todavía uno de los grandes destinos desconocidos para el viajero, un viaje a Tíbet no solo te sorprenderá, sino que te cautivará. ¿Te gustaría adentrarte en la región china y descubrir todos los secretos que esconde?
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